En “El Regreso del señor de la noche” (1986), una de las mejores obras de cómic art según el mismísimo Stephen King, Frank Miller proporcionaba a los amantes de la ficción lo que demandaban por aquel entonces: un nuevo héroe. Tras la espectacular eclosión del universo Marvel, el cine de superhéroes está cobrando una nueva dimensión en el panorama cinematográfico contemporáneo, una dimensión más grande, vistosa y compleja; pero en la que empiezan a cometerse los mismos errores en los que caían los cómics más clásicos, empecinándose una y otra vez en usar los mismos tópicos envarados, con básicamente las mismas situaciones exageradas hasta la saciedad, como si el molde implantado por Marvel se mantuviese inalterable de una película a otra, por más que sus directores hayan intentado cambiar en mayor o menor medida ese hecho.

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En “Batman V Superman: Dawn of Justice” (2016), Zack Snyder sigue empeñado en ser fiel a sí mismo, lo cual le lleva a cometer los mismos errores de siempre, destacando la falta de sutileza emocional y la floja coherencia y cohesión argumentativa. Incluso parece no confiar en el público y a veces repite sobremanera las ideas que quiere transmitirnos, pero todo ello es perdonable si tenemos en cuenta que Snyder es un autor. Sus películas son indiscutiblemente suyas, y lo son gracias también a sus errores, evitando caer en un cine moribundo y estéril. Aunque aquí seguramente su trabajo haya sido supervisado y cercenado por DC Entertainment, sigue respirando la valentía y la determinación creativa (y en ocasiones experimental) de su director, ofreciendo una catarata de imágenes con un potencial visual innegable.

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El mejor ejemplo de todos los defectos y virtudes de Snyder lo tenemos en la secuencia que abre la película. Nos la deberíamos saber de memoria: Una pareja sale del cine con su hijo, pasean por un callejón oscuro y un atracador les roba la vida, dejando a un jovencísimo Bruce Wayne huérfano de por vida. Pues bien, Snyder consigue calcar las viñetas que aparecen en el cómic de Miller, evocando al encuadre más clásico y sencillo pero dotando cada toma de un aura digital de belleza impactante, parándose en todos los detalles de la secuencia y abusando de la cámara lenta, provocando  además un salto cualitativo en la fuerza dramática de la misma al intercalar la escena del asesinato con la del joven Bruce descubriendo la cueva en la que se transformará en el caballero oscuro.

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Una apertura impagable que podría estar dirigida de manera mucho más sencilla, pero que dejaría de ser de Zack Snyder. Y esta es una película de Zack Snyder. Y a mi me gusta Zack Snyder (como si no hubiese quedado claro ya). No se puede explicar. Es como que te guste Justin Bieber o Donald Trump. Bueno, quizás me he colado un poco ahí. Es como que te guste Michael Bay (por ahí sí van más los tiros). Soy más que consciente de sus defectos y, por extraño que parezca, cada vez se los tengo menos en cuenta, porque son TAN evidentes, que empiezo a creer que sin ellos, el cine de Snyder estaría muerto, sería totalmente estéril, sería como tener un martillo hidráulico apagado y estar golpeando con él el suelo de manera ineficaz y torpe. A veces pienso que Snyder necesitaría un director adjunto que lo supervisase y no dejara que se desatase como lo hace en «Man of Steel» (2013) destruyendo la ciudad «es que Superman no haría eso» (le diría) o en «Sucker Punch» (2011) rizando el rizo más que Góngora en una obra híper-barroca «pero cómo va a durar tanto una escena así, tiene mucho CGI y es liosa». Pero luego recapacito y me doy cuenta de que Snyder es un autor, y sus defectos también son partícipes de que todas sus obras sean reconocibles por sí mismas, como ya he dicho antes.

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Dejando a Snyder a un lado, la mitología que rodea el enfrentamiento entre Batman y Superman es muy interesante. Como dos justicieros enfrentados por ideales ligeramente diferentes y por orígenes antagónicos y a la vez semejantes. El Batman de Ben Affleck evoca inevitablemente al dibujado por Frank Miller en el 86, un Batman algo mayor, más taciturno y aún atormentado por los demonios de su pasado, que le incitan desde su interior a abandonarse a la noche y combatir los nefastos recuerdos del asesinato de sus padres vistiendo la capa negra y el símbolo del murciélago. Pero también es un hombre cansado, temeroso por el nuevo curso que parece tomar su realidad, a la que esquiva gracias a la bebida.

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Superman, interpretado por Henry Cavill como un Dios alienígena venido del espacio, es odiado por los que se corrompen ante aquello que desconocen, buscando poner límites a un poder formidable. Pero también es adorado por otros que edifican estatuas en su nombre, considerándole como un símbolo inequívoco de esperanza. Es un Superman diferente a todos los que habíamos visto antes. Es quizás el Superman más humano de todos porque duda y comete fallos. Porque se preocupa por un árbol y deja de ver el bosque. No siempre es omnipresente y tiene debilidades. Las referencias a la religión cristiana ya abundaban en «Man of Steel» cuando se nos presentaba a un Superman de 33 años pescador, y aquí se repite la idea, a veces con mayor acierto, y otras con menos, pero por temor a cometer spoilers importantes, voy a obviarlo de la crítica.

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Realmente es una pena que, finalmente, la película solo desarrolle este enfrentamiento en parte, alimentado siempre por los hilos perversos de Lex Luthor (Jesse Eisenberg) un personaje histriónico y excéntrico, en el que se adivinan ciertos traumas pasados y una clara y peligrosa psicopatía. También es una pena que el clímax final vuelva a parecerse tanto al hueco de ese molde industrial que domina aún el mundo cinematográfico, más aún cuando la aparición de «Doomsday» fue desvelada tempranamente en el tráiler, eliminando toda sorpresa. Otra sorpresa, aunque positiva, es la aparición de Wonder Woman (Gal Gadot) una auténtica roba-escenas de las que esperamos mucho de cara al futuro universo DC.

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Por último, todo el mundo parece estar de acuerdo en que la banda sonora de la película es una obra maestra por sí misma. Hans Zimmer y Junkie XL se unen para conformar una serie de temas a cada cual más épico que el anterior, ambientando la película desde el primer fotograma hasta el último (guiño, guiño) de manera maravillosa.

Todavía conservo la esperanza de que Snyder, o algún otro autor comprometido con este maravilloso universo, consiga darnos lo que ansiosos volvemos a demandar: un nuevo héroe. Lo que me temo es que no estemos preparados para ello.

4 comentarios en “Batman V Superman: Dawn of Justice

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